jueves, 20 de abril de 2017

El marketing o el arte de vivir


Cuando estás ante un proyecto, recibes el briefing y te sumerges en su problemática, llega un punto que lo vives como si fuera algo tuyo. Epistemológicamente es importante ser consciente de esa parte de "ti" que puede influir ahí para poderla controlar en el análisis. Negarla es mucho más peligrosa, ya que sigues estando ahí sin poderla controlar.

Pero no me voy a meter en estas cuestiones metodológicas, la reflexión que me apetece hacer hoy es más humana.

Llevo varios proyectos en los que el "objeto" evaluado no responde a las expectativas, sea un packaging, sea una comunicación, sea un posicionamiento.


¿Qué ocurre por parte del cliente cuando llevas varias veces diciéndole que "eso" no funciona? Que por ahí no.... Pues os lo podéis imaginar: se defiende, te ataca, se desanima y, en muchas ocasiones, cambia de instituto. En resumen, muchas veces se mata al mensajero.

Y en el fondo, así es la vida... Bueno no, miento. No es que la vida sea así, es que es así como nos la han hecho ver.

Cuando tenemos que presentar los resultados de un estudio y comunicar que "lo que se ha realizado" (con todo el trabajo, implicación, ilusiones, esperanzas....) "no funciona" porque, en muchos casos, no es que no guste- eso es lo curioso-, sino que no conecta con el espíritu de la marca ni con las expectativas del target. Ahí es donde tienes que armarte de valor porque estás dando un mensaje que no se quiere escuchar, no se quiere oír y, lo más crítico, no se puede asumir. Y echamos la culpa fuera. Porque escapa a nuestro control. Porque... no entendemos que todo forma parte de un engranaje y que por muy bello que sea el "traje", puesto en ti puede parecer un mero "disfraz de carnaval" que evidencie más tus carencias que tus virtudes. Porque simplemente... "no fluye".

¿Cuál es la lectura positiva que podemos extraer de este "fracaso" para tu cliente?  Pues ante todo que la experiencia o estudio ha servido como parte de un mejor conocimiento de su marca. Que acepte con humildad la oportunidad de conectar mejor con quién es, qué es,  para entender qué quiere ser en su inevitable evolución (ya que tanto el mercado como la vida siempre está en movimiento, la estabilidad es una falacia absurda a la que sólo se aferran aquellos que tienen miedos no resueltos a vivir)...

Pero ojo, en esta inevitable evolución, una marca - como una persona - no puede dar bandazos, no puede contradecir su pasado, porque entonces muestra que "no se enorgullece de sí misma", que no ha acumulado experiencia, sino años.  Una marca que rompe su identidad se vive como débil. Una marca que quiere "agradar a todos", al final no agrada a ninguno. Al final sólo se compra por precio. Al final es un triste fantasma de lo que fue y nunca jamás volverá a ser.

Y en la vida es lo mismo. En las relaciones pasa igual: como no te conozcas a ti mismo primero, como no sepas bien lo que quieres, quién eres, qué buscas.... irás perdido. Cuando asumas con valentía que tú eres eso y no tienes que agradar a nadie, porque eso te debilita, porque eso no es lo que eres, porque no vale la pena... hasta entonces no vas a tener un "fuerte posicionamiento" en la vida.



Duele menos cuando ves tu vida en términos de marketing, porque te alejas del ego y del sentimiento. Y a la inversa, cuando utilizas tu vida como aprendizaje de marketing, le aportas cordura y sentido al mismo.

Por tanto, en esta retroalimentación entre el marketing y la vida personal puede haber unas claves  resumidas en:

1) Conoce bien quién eres, entra en tus puntos fuertes, pero sobre todo enfréntate a tus puntos débiles (o a tus sombras). Es importante ser valiente para poder trascenderlas. Hay grandes ejemplos de marcas que de sus debilidades hacen sus virtudes y ello se traduce en términos de valentía, fuerza y honestidad, grandes valores, señores y señoras.



2) Una vez te conoces, sé fiel a ti mismo. No cambies quién eres porque el mercado va en otra dirección, mira cómo encajar pero desde quién eres tú, desde tus puntos fuertes y no desde lo que nunca has sido. Porque para agradar primero te tienes que confiar en ti, en quererte y estar seguro de quién eres.  Porque cuando cambias por el otro (sea una persona o sea un target amplio) estamos mostrando nuestras debilidades, nos proyectamos como un ser/ producto defectuoso. Error. Además error de esos que el tiempo te planta en la cara como una bofetada, para que te des bien cuenta de que "por ahí no".


3) Para evolucionar es fundamental aprender de los "errores", no te quedes en ese pozo desde el dolor. La vida no es encontrar una estabilidad, la vida es mantenerla pese a los baches del camino, porque si no aceptamos ésto, por miedo a sufrir nos quedaremos en un bache, y no evolucionaremos nunca.

4) Si algo no fluye; rompe y empieza de nuevo. Vuelve a conectar con la esencia, tómate un tiempo, transmuta el dolor/ frustración de eso que no funciona. Si has estado trabajando años en un cambio de imagen de marca y no sale bien, aprovecha el aprendizaje, aprovecha ese estímulo y no te quedes en la sensación de fracaso, ni culpes al que te abre los ojos. De esos "fracasos" han surgido grandes mejoras cuando el cliente está abierto y sabe transmutar la frustración.


Los fracasos, rupturas, "hostias", palos, las farsas, los engaños, los desprecios.... los interpretamos como negativos y no es hasta que no cerramos el aprendizaje que vemos que simplemente era una oportunidad para enterarte de quién eres, de qué tienes que hacer. Y no por frenarnos a la vida vamos a evitar tener más dolor. Porque si nosotros no nos movemos de nuestra zona de confort, la vida, la evolución, el mercado... o las fuerzas del universo (cada uno con su creencia) te "pega un meneo", te derriba todo tu castillo de naipes y te muestra que no has entendido nada de nada. Ni, por tanto, nada del marketing.



P.D. un consejo, la lectura de este texto está pensada para que se haga "hacia adentro"... si nos parece fácil hacer este tipo de lectura, probablemente es que no lo habremos conseguido, porque sólo si se hace "hacia adentro" es cuando nos cuesta, nos resistimos y nos duele.