martes, 19 de septiembre de 2017

¿Es el selfie la evolución del autorretrato? ¿O la revolución del ego?



Hace un tiempo me contaba una amiga que una pareja de cierta edad le pidieron si - por favor - les podía hacer un selfie. Mi amiga, a la que no le falta el sentido del humor, les contestó: "yo se lo hago, pero tendría que salir yo en la foto".

Esto sólo demuestra el elevado grado de popularización del término "selfie", por encima de su estricta definición.

La revolución del selfie tal y como se vive actualmente nace de la mano con el creciente uso de redes sociales, Facebook, Flickr o Instagram son piezas fundamentales en esta historia. El retoque digital, por su parte, ha sido el elemento que ha favorecido que todos queramos participar, aportándonos una cierta seguridad al acercarnos a esa perfección buscada, esa falsa perfección promovida por las portadas de revistas.

Hasta los más críticos se hacen selfies. Igual no se han comprado el "palo" pero sí que han recurrido a este tipo de autorretrato para "colonizar" ese lugar al que han llegado, para "expresar" esa experiencia que están viviendo o para "mostrar" cualquier cosa que están haciendo. Porque cualquier tema puede ser válido en un selfie, desde reencontrarse con amigos, hasta comerse un cacahuete.

Pero ya sabemos que en esta sociedad global y masiva lo "normal", lo que "todo el mundo hace" se vive con cierto aire despectivo (al mismo tiempo en el que se participa de dicha normalidad, ahí está la paradoja). Así que "lo que hace todo el mundo" se considera un típico- tópico aburrido del que muchos buscan escapar con estrategias que nos alejen de este sentimiento de "masa", rescatando esa individualidad rebelde que llevamos dentro y que nos hace sentir únicos y especiales.

En este marco empieza a resonar como discurso la idea del autorretrato; un valor que dota de más contenido y suaviza el sesgo superficial del selfie.


Un autorretrato exige un cierto compromiso con uno mismo, exige desnudez moral, mostrar y expresar desde el interior, desde lo que sentimos. Por tanto, usando el concepto de "autorretrato" - aunque desde la práctica del selfie - podemos renovar el significado de éste y elevarlo en términos de "calidad".

Y esto es lo que se recoge desde la campaña de Adolfo Domínguez: "Esto no es un selfie".
Desde la marca tratan de distanciar autorretrato de selfie matizando lo siguiente: “Un autorretrato es una mirada personal hacia el interior. Es saber llegar al alma de uno mismo. Un lenguaje íntimo, sincero, sin adornos. Quizá por eso el autorretrato ha sido uno de los grandes temas del arte“.



Y seguro que este insight conecta con el consumidor porque, ¿quién no desea hacerse un selfie con la "coartada perfecta" para huir de lo banal y superficial? En la práctica lo único que aleja y separa a un selfie de un autorretrato es la motivación de fondo... o la justificación con la que se expone al público.

 Este acercamiento al mundo del autorretrato, paradójicamente desde la intención aparente de alejar ambos conceptos, se convierte en un arma genial para seguir haciéndonos selfies, eso sí... buscando buenos conceptos de fondo para justificar que son imágenes con "alma" y no sólo con "cuerpo".


jueves, 3 de agosto de 2017

Tocata y fuga en "desamor"


3 de agosto... día nublado pero no exento de un asfixiante calor, de esos que te "aplatanan". Ah... y tengo la regla, para fastidiar un poco más.

Abro el ordenador y le doy una vuelta a las novedades del día. Las noticias, como siempre, mejor no verlas para que el gris no se torne en negro profundo. Las redes sociales - gran indicador social - aburridas. Todos los contenidos centrados en temas vacacionales... que si estoy aquí, que si allí pero donde el espectador apenas nota la diferencia entre la arena y mar de un lugar u otro. Eso sí, este verano hemos avanzado algo frente a años anteriores... ya nos atrevemos más, ya se forma parte más presente en el paisaje. Si bien el año pasado sólo "sacábamos" el pie (con uñas bien pintaditas), en éste nos atrevemos más y empezamos a ver más fotos de espaldas que,  en el más arriesgado de los casos, nos deja intuir que las glándulas mamarias respiran en libertad, como un grito salvaje al horizonte acompasado del  "a quién le importa lo que yo haga"de Alaska y Dinarama...  Un cambio del que me alegro enormemente porque los pies me parecen mucho más feos que la figura de una mujer de espaldas... ¡Aquí mi aplauso insonoro por las valientes!


Los términos: "libertad", "respirar", "descansar", "desconectar", "tiempo para mi", "es el momento de vivir",  "de quererme", "de mimarme"... se repiten hasta la saciedad. Y con ellos se pone en evidencia un claro descontento así como una gran  falta de autoestima que se desprende en esta sociedad donde se nos llena la boca (o el Facebook) de frases  del tipo "no me importa lo que piensen de mí", "si no te gusta, no mires"pero estamos adictos a las respuestas y reacciones que vamos a obtener de dichas manifestaciones.

No es de extrañar, por tanto, que la publicidad se nutra de este sentimiento generalizado para conectar o ser cómplice con el consumidor y que muchas marcas animen al consumidor a quererse, a gustarse, a aceptarse, a vivir y a disfrutar:


  •  "Si te gustas, gustas" claim utilizado para la línea masculina de Veet para animarnos a buscar la conexión con uno mismo como clave del éxito... Un éxito no individual, sino que será recompensado por el "otro".





  • "Quiéreteme" claim para la campaña de verano de El Corte Inglés



  • "Vivos vivientes" o "Nos morimos por vivir" de Aquarius, donde la marca pretende contagiar de las ganas o alegría por vivir, valorar el presente, lo que somos, sin más.  


  • "Real Moms" donde Dove brinde un homenaje a las mujeres de carne y hueso (en el rol de madre) y no las photoshopeadas. 



Dove es una de las grandes marcas que ha trabajado el territorio de la autoestima femenina, del quererse tal y como cada una es, huyendo de los estereotipos inalcanzables que sólo generan frustración. Cuenta con grandes piezas que tocan la fibra emocional de las mujeres, que llaman a un despertar colectivo que nos hace ver que el cómo nos sentimos es fundamental para entender cómo nos vemos. Creo que se me nota que soy una gran fan de la labor emocional que está tratando de hacer la marca para ayudarnos a construir una personalidad más fuerte y confiada. Su actividad publicitaria va más allá de la búsqueda de venta, obviamente es un fin, pero trabaja en crear valores constructivos, y sería injusto no dar las gracias por ello.



Y todas lo hemos aplaudido, nos hemos emocionado con sus historias, hemos compartido sus anuncios virales, demostraciones de que el sentirse bella nace de dentro y no de fuera....

Entonces... por qué sigo viendo cada día, en cada esquina, en cada conversación de café, autobús o cola del supermercado manifestaciones del tipo: "me olvido de mí, no me cuido... a partir de ahora pintalabios y rimel cada día para hacer de mi día un día mejor", "hoy he decidido arreglarme para que sea a mí a la que me miren", "hay que quererse y arreglarse"...

¿Hemos entendido algo?

Seguro que luego todas defienden que la belleza es interior, y no sería contradictorio.  Pero, en serio, me vuelvo a preguntar: ¿hemos integrado el aprendizaje? ¿o sólo seguimos cantando la canción de "A quién le importa" para gritar y desahogarnos un rato y después seguir agradando al "otro"?

¿Cómo es que conectamos tanto y de manera tan intensa y emotiva con mensajes tipo Dove (he visto a gente llorando tras ver sus spots)  y luego tenemos que recurrir a accesorios tan externos y superficiales para querernos... ¿En serio? ¿Así es como me tengo que querer yo?

¿Podremos algún día estar felices con nuestras imperfecciones? Si es así, ¿por qué las tengo que maquillar, camuflar, ocultar...?  ¿Por qué no puedo sentirme bien con mis manchas, pecas, ojeras, pelo encrespado, celulitis, barriga, cartucheras, tetas caídas....? ¿¿¿qué me he perdido en el camino??? ....

Por cierto, ¿he hablado de "imperfecciones"? Veo que he caído en la trampa.

Imperfecciones: defecto, deficiencia, incorrección, desperfecto, falla, lunar, borrón, error, deformidad, desacierto, amorfia, avería, granulación, pecado, sombra, tosquedad, deterioro, desproporción.... 

¿Lunar? bella imperfección  la del lunar. A Marilyn Monroe le quedaba bastante bien, por cierto.


Hay "imperfecciones" que, personalmente, me chiflan. Hay aspectos que se entienden como "imperfecciones" que marcan la diferencia. De hecho sería aburridísimo un mundo lleno de gente perfecta y estandarizada bajo los cánones que - en cada contexto /año / lugar - se estipulen como "perfectos".



Además, sabemos perfectamente que la definición de lo "perfecto" - y por tanto lo "imperfecto" - es cultural y asociada a una época y sociedad concreta. El claro ejemplo es que  las mujeres celulíticas de Rubens eran diosas en su momento, mientras que las anoréxicas de hoy son las diosas de nuestra era (shhhhhhhh, no decidlo en voz alta que no es políticamente correcto). 





Y seguimos cayendo en la trampa. Por nuestra boca decimos no participar de ello, pero el subconsciente nos traiciona constantemente.


Mientras tanto, doy gracias a los anunciantes para que sigan construyendo en valores positivos  para las benditas imperfecciones que nos hacen ser diferentes, originales, divertidos y "anómalos"










jueves, 18 de mayo de 2017

Defender la esencia; sólo apto para valientes


Abro Facebook y leo un post de Eva González Mariscal que dice:

"Haz de ti una marca
Potente
Poderosa
De autoridad
Sobresaliente
Reconocida
Visible"

... y siento que tiene razón. Que, desde una dimensión marketiniana, no deja de expresar un deseo de fondo que comparten muchas mujeres hoy en día (permitidme hablar hoy de mujeres, los hombres aún escapan a mi comprensión).

Las redes - como reflejo de la sociedad - están llenas de mensajes de "empoderamiento" hacia la mujer. Citas, talleres, charlas, literatura, conferencias.... instan a la mujer a recuperar su poder, a conectar con su esencia, con su interior e incluso - desde un estilo más mítico- las animan a encontrar "la Diosa que llevan dentro".


Trabajar la seguridad, el interior, descubrir quienes somos en realidad y qué queremos, para no vivir en una constante contradicción entre lo que se siente/ lo que se es y lo que se hace / se muestra. Porque, según muchas voces, son esas contradicciones internas las que nos hacen perder fuerza, poder y seguridad. Son esas contradicciones (o deslealtades hacia una misma) las que dañan nuestra "esencia", que bien podría ser una esencia de marca.

No podemos obviar que toda esta avalancha de mensajes están relacionados con una necesidad profunda que está emergiendo en la sociedad: la necesidad de encontrarse a uno mismo, porque, en el fondo andamos algo perdidos en medio de un proceso de transición  donde muchas mujeres han decidido dejar de aceptar la vida a la que se las había "condenado". Nos habían "entrenado" para ser buenas esposas, buenas amas de casa, buenas madres, buenas "sumisas"... pero nadie nos dijo que ante todo debíamos respetarnos a nosotras mismas, debíamos saber escuchar nuestra voz interior... Y aprender todo esto de mayor no sólo cuesta, sino que requiere desaprender.

Pero este proceso - que algunos llaman "epidemia" - parece ya imparable. Estamos ante una mujer de cada vez más independiente. Una mujer que camina sola por el mundo. Una mujer que está construyendo un nuevo futuro y que cuando empieza a soltar las cadenas de la dependencia, muchas veces, pierde el equilibrio , como aquel que patina por primera vez, .. y es entonces cuando se tiene que "agarrar" a algo,  a lo primero que tiene a mano...que suele ser un cactus que te recuerda que el camino no es fácil, pero tampoco imposible.

Y por eso tanto mensaje. Por eso tanto recordatorio... para que no miremos atrás. Para que soltemos el  maldito cactus que tampoco nos conviene. Para que no lloremos por la "sangre derramada" en ese camino hacia la liberación. Para que no nos culpemos más por ser cómplices de esas heridas y cicatrices. Por muy hipnótico que sea el regocijo en la culpa... el canto de la dulce queja... ese no es el camino. Eso es un callejón sin salida.



Todos esos mensajes cumplen un rol crucial: nos animan a mirar más hacia el interior, entender quienes somos cuando nos liberamos de lo que nos han impuesto o nos han hecho creer... incluso nos ayudan a ser libres de nuestro propio juicio.

Porque una vez nos conozcamos, una vez admitamos nuestros "puntos débiles" con naturalidad, con la misma naturalidad con la que observamos la irregularidad de las nubes, de los árboles, de las flores... Una vez nos perdonemos, una vez entendamos que aunque haya salido "mal" (esto es relativo) lo hicimos todo lo mejor que pudimos... sólo entonces empezaremos a reconectar con nuestro verdadero "yo", con nuestra esencia desnuda. Y en ese punto ya nadie nos podrá dañar, porque entonces sabremos quienes somos, sin excusas, ni máscaras... porque sólo dado ese salto nos aceptaremos y querremos desde una absoluta conciencia. Y sólo ahí podremos ser dignos de nuestra autoridad, sin dejar que nos afecten las críticas y sin echar culpas a los demás - que tampoco lo han podido hacer mejor -.

Hablo de mujeres y hablo de marcas. Es la misma mecánica. Hasta que no descubres cuál es tu esencia, quién eres y quién no. Cómo has de vestirte y cómo no. Qué formatos, packagings, mensajes, símbolos... encajan contigo y cuáles no.
Y una vez sabes quién eres, entonces define cuál es tu target. Porque no vale "cualquiera". Tienes que saber a quién te diriges y, sobre todo, a quién no... porque como dice el refrán "quién mucho abarca poco aprieta", o en otras palabras, dirigirte a "todos" te hace débil e impersonal.

Querida "marca", querida "mujer"... hasta que no estás segura de todo ello... hasta entonces no te empoderas, ni transmites autoridad, reconocimiento o visibilidad.



Por tanto, busquemos siempre la esencia. Dejemos de ser "infieles" a nosotros mismos por la absurda creencia de que así vamos a "vender más".
Enfrentémonos a las críticas, fracasos, pérdidas, verdugos... porque de ellos aprendemos mucho más. Porque nos ayudan a conocer esa parte que nos ocultamos y que una vez la integremos con naturalidad nos hará invencibles.
Dejemos de vivir en contradicción y asumamos el riesgo de defender nuestro verdadero "yo". Aunque nos tachen de "raros", "locos", "tradicionales",, "primitivos" etc, etc, etc... las etiquetas son interminables ya que dependen del punto de vista.
Olvidémonos de los que no nos quieren y nunca nos "comprarán"... ya que esos mismos nunca serán nuestro legítimo target y si alguna vez nos consumen no sabrán apreciar nuestro valor, ni llegarán a entender nunca el mensaje.


jueves, 20 de abril de 2017

El marketing o el arte de vivir


Cuando estás ante un proyecto, recibes el briefing y te sumerges en su problemática, llega un punto que lo vives como si fuera algo tuyo. Epistemológicamente es importante ser consciente de esa parte de "ti" que puede influir ahí para poderla controlar en el análisis. Negarla es mucho más peligrosa, ya que sigues estando ahí sin poderla controlar.

Pero no me voy a meter en estas cuestiones metodológicas, la reflexión que me apetece hacer hoy es más humana.

Llevo varios proyectos en los que el "objeto" evaluado no responde a las expectativas, sea un packaging, sea una comunicación, sea un posicionamiento.


¿Qué ocurre por parte del cliente cuando llevas varias veces diciéndole que "eso" no funciona? Que por ahí no.... Pues os lo podéis imaginar: se defiende, te ataca, se desanima y, en muchas ocasiones, cambia de instituto. En resumen, muchas veces se mata al mensajero.

Y en el fondo, así es la vida... Bueno no, miento. No es que la vida sea así, es que es así como nos la han hecho ver.

Cuando tenemos que presentar los resultados de un estudio y comunicar que "lo que se ha realizado" (con todo el trabajo, implicación, ilusiones, esperanzas....) "no funciona" porque, en muchos casos, no es que no guste- eso es lo curioso-, sino que no conecta con el espíritu de la marca ni con las expectativas del target. Ahí es donde tienes que armarte de valor porque estás dando un mensaje que no se quiere escuchar, no se quiere oír y, lo más crítico, no se puede asumir. Y echamos la culpa fuera. Porque escapa a nuestro control. Porque... no entendemos que todo forma parte de un engranaje y que por muy bello que sea el "traje", puesto en ti puede parecer un mero "disfraz de carnaval" que evidencie más tus carencias que tus virtudes. Porque simplemente... "no fluye".

¿Cuál es la lectura positiva que podemos extraer de este "fracaso" para tu cliente?  Pues ante todo que la experiencia o estudio ha servido como parte de un mejor conocimiento de su marca. Que acepte con humildad la oportunidad de conectar mejor con quién es, qué es,  para entender qué quiere ser en su inevitable evolución (ya que tanto el mercado como la vida siempre está en movimiento, la estabilidad es una falacia absurda a la que sólo se aferran aquellos que tienen miedos no resueltos a vivir)...

Pero ojo, en esta inevitable evolución, una marca - como una persona - no puede dar bandazos, no puede contradecir su pasado, porque entonces muestra que "no se enorgullece de sí misma", que no ha acumulado experiencia, sino años.  Una marca que rompe su identidad se vive como débil. Una marca que quiere "agradar a todos", al final no agrada a ninguno. Al final sólo se compra por precio. Al final es un triste fantasma de lo que fue y nunca jamás volverá a ser.

Y en la vida es lo mismo. En las relaciones pasa igual: como no te conozcas a ti mismo primero, como no sepas bien lo que quieres, quién eres, qué buscas.... irás perdido. Cuando asumas con valentía que tú eres eso y no tienes que agradar a nadie, porque eso te debilita, porque eso no es lo que eres, porque no vale la pena... hasta entonces no vas a tener un "fuerte posicionamiento" en la vida.



Duele menos cuando ves tu vida en términos de marketing, porque te alejas del ego y del sentimiento. Y a la inversa, cuando utilizas tu vida como aprendizaje de marketing, le aportas cordura y sentido al mismo.

Por tanto, en esta retroalimentación entre el marketing y la vida personal puede haber unas claves  resumidas en:

1) Conoce bien quién eres, entra en tus puntos fuertes, pero sobre todo enfréntate a tus puntos débiles (o a tus sombras). Es importante ser valiente para poder trascenderlas. Hay grandes ejemplos de marcas que de sus debilidades hacen sus virtudes y ello se traduce en términos de valentía, fuerza y honestidad, grandes valores, señores y señoras.



2) Una vez te conoces, sé fiel a ti mismo. No cambies quién eres porque el mercado va en otra dirección, mira cómo encajar pero desde quién eres tú, desde tus puntos fuertes y no desde lo que nunca has sido. Porque para agradar primero te tienes que confiar en ti, en quererte y estar seguro de quién eres.  Porque cuando cambias por el otro (sea una persona o sea un target amplio) estamos mostrando nuestras debilidades, nos proyectamos como un ser/ producto defectuoso. Error. Además error de esos que el tiempo te planta en la cara como una bofetada, para que te des bien cuenta de que "por ahí no".


3) Para evolucionar es fundamental aprender de los "errores", no te quedes en ese pozo desde el dolor. La vida no es encontrar una estabilidad, la vida es mantenerla pese a los baches del camino, porque si no aceptamos ésto, por miedo a sufrir nos quedaremos en un bache, y no evolucionaremos nunca.

4) Si algo no fluye; rompe y empieza de nuevo. Vuelve a conectar con la esencia, tómate un tiempo, transmuta el dolor/ frustración de eso que no funciona. Si has estado trabajando años en un cambio de imagen de marca y no sale bien, aprovecha el aprendizaje, aprovecha ese estímulo y no te quedes en la sensación de fracaso, ni culpes al que te abre los ojos. De esos "fracasos" han surgido grandes mejoras cuando el cliente está abierto y sabe transmutar la frustración.


Los fracasos, rupturas, "hostias", palos, las farsas, los engaños, los desprecios.... los interpretamos como negativos y no es hasta que no cerramos el aprendizaje que vemos que simplemente era una oportunidad para enterarte de quién eres, de qué tienes que hacer. Y no por frenarnos a la vida vamos a evitar tener más dolor. Porque si nosotros no nos movemos de nuestra zona de confort, la vida, la evolución, el mercado... o las fuerzas del universo (cada uno con su creencia) te "pega un meneo", te derriba todo tu castillo de naipes y te muestra que no has entendido nada de nada. Ni, por tanto, nada del marketing.



P.D. un consejo, la lectura de este texto está pensada para que se haga "hacia adentro"... si nos parece fácil hacer este tipo de lectura, probablemente es que no lo habremos conseguido, porque sólo si se hace "hacia adentro" es cuando nos cuesta, nos resistimos y nos duele.