miércoles, 4 de febrero de 2015

¡Escondeos pollos que llega el domingo!




Es domingo.  
Camino por la calle bajo un brillante e inofensivo sol de invierno que llena los poros de  mi piel de luz y energía.
El viento desordena suavemente mi pelo y entonces… ¡un fuerte aroma a pollo a l’ast me envuelve por completo!

¿¡Qué le vamos a hacer!? Es que es domingo y durante los domingos – al menos en Barcelona y alrededores – tiene lugar el gran día del Sacrificio del Pollo.



Si viniera de otra cultura y tuviera que describir este fenómeno, en mi diario pondría algo así como: “miles de pollos amanecen decapitados, pelados y empalados tal y como Vlad lo hiciera en sus tiempos gloriosos (con personas).  Giran y giran ungidos con unas salsas aromáticas sobre un horno vertical que les va dorando lenta y homogéneamente para que horas después sean vendidos a numerosas personas que hacen cola tras el mostrador y que luego parten orgullosos a sus hogares con sus pollos bajo el brazo.”

Fuente: la-servilleta.blogspot.com

¿Tradición? ¿Costumbre? ¿Resultado del ritmo de vida frenético en el que no nos perdonamos el no tener sin planificar lo que haremos en los próximos 5 minutos? Igual un poco de todo.

La cuestión es que a partir un simple y decapitado “pollo” podemos acercarnos a entender algunos síntomas de nuestra sociedad desde un día como el domingo:

  •           El domingo es para relajarse:  disfrutar del tiempo libre junto con amigos o familia, pero sin la presión que supone “tener que hacer la comida” en una franja horaria concreta. Por tanto, la certeza o tranquilidad que ofrece el saber que puedes encargar o comprar un pollo a l’ast influye positivamente en el relax buscado porque “si no tengo plan de comida, siempre podemos buscar un pollo”.


  •          El domingo es para transgredir “un poquito”. Cuando se compra el pollo ni se piensa en sus grasas, ni en sus calorías ni en su aporte proteínico (por mucho que lo tenga). Además éste no suele venir sin compañía a la fiesta. ¿Qué sería de un pollo a l’ast sin su bandejita de patatas fritas o refritas al lado? Y es que de lunes a viernes se trata de hacer “bondad” a nivel de alimentos sanos y saludables (aunque ahí cada uno marca su definición de sano), pero durante el domingo nos volvemos más flexibles y nos acordamos de que hay que “vivir” y disfrutar. Un pequeño gesto que ayuda a regular el equilibrio obligación-placer que la mayoría se marca. Fácil de entender: si todos los días comiéramos pollo a l’ast (o cosas que nos gustan) acabaríamos aborreciéndolo enseguida.

  •           El domingo es para no estar solo: aunque puedes comprar medio pollo a l’ast… la costumbre es que esto sea algo que se comparta en familia (o con amigos). Una vez, hablando con alguien que vivía solo le dije: “también podrías comprar medio pollo a l’ast y así no tienes que cocinar nada”, a lo que me contestó que si hiciera eso, sentiría mayor soledad de la que ya sentía. Y es que hay comidas asociadas al “compartir” a un entorno más “festivo”. Así que si estás solo/a, mejor a la plancha que a l’ast.



Más allá del domingo, la propia oferta de los pollos a l’ast también puede usarse como indicador de algunas tendencias en nuestra sociedad. Y es que los pollos también se sofistican y diversifican en términos de oferta.



Hace años el pollo a l’ast era eso:  un pollo. No había opción donde elegir. Como mucho eliges el punto de venta porque conoces a la dependienta, lo descartas porque el dueño es un estúpido, o te decantas porque te ponen más salsa o las patatas son más gordas… Pero hoy en día podemos encontrar diferentes castas de pollos:

1)   Están los pollos “parias” o de clase baja. Son esos cuya vida en la tierra ha sido un infierno (según dicen por ahí, claro). Han vivido en condiciones pésimas de espacio, no han podido disfrutar de la luz del sol, ni han podido enamorarse entre ellos porque su misión era trabajar (engordar) y morir. Pobres… incluso después de su muerte no se han hecho de valer y es por ello que son los más baratos, son aquellos que si no acabas y tienes que tirar no sientes que pase nada. De hecho,  los que pueden aspirar a otra clase social de pollos los rechazan porque se asocian con carne “estresada”. Algo que siempre intentamos evitar en domingo, ¿verdad?.
2)   Luego están los pollos de clase media o “nuevos ricos”. Estos se acercan un poco más a la idea de lo que debería ser una vida más digna. Se les ha dejado más espacio para disfrutar y moverse, han podido respirar más aire libre… igual hasta se han enamorado… ¿¡quién sabe?! Aunque no siempre han recibido una alimentación todo lo saludable que hubieran querido. Cada lugar los llama de un modo (camperos, criados al aire libre…). Nosotros los identificaremos porque son un poco más caros que los pollos “parias”, pero tampoco representan una gran diferencia.
3)   Finalmente están los “aristopollos” o de clase alta. Estos no sólo han vivido a sus anchas pudiendo disfrutar de la vida, sino que también han comido mucho mejor y de manera “natural”.  Asimismo suelen ser más grandes para demostrar su diferenciación y “poderío”. ¿Cómo los conoceremos? Porque su precio puede duplicar o triplicar al de los “parias”, porque su presentación es más espectacular y porque nos los intentarán vender activamente.

¡Oh pollos! Tan relevantes y tan desmerecidos, tan deseados y tan ninguneados … hasta tal punto que hablar de “polladas” es sinónimo de hablar de absurdeces. ¿Qué sería de los domingos sin vosotros? ¿qué serían de las dietas de gimnasio sin vosotros? ¿qué sería de KFC sin vosotros?

Al menos, queridos pollos, se vislumbran tiempos mejores para vosotros en la medida en que el auge de lo ecológico y la conciencia hacia una vida digna animal sigan avanzando como valores estables en nuestra sociedad… siempre y cuando acabe la crisis y los precios lo permitan.

¡Digna vida al pollo! Ya que muere por nosotros, que nosotros les hagamos algo de honor y tributo a su involuntario sacrificio.



P.D. Hablo de domingo... pero también se puede aplicar al sábado... aunque hay algunos matices el sábado, claro. Es un día de más opciones, donde el pollo compite con más alternativas fuera de casa. Pero por el resto aplica.
En cuanto a comer las sobras del pollo del domingo en sábado... eso es honrar al pollo, sí señor! Oh haber calculado muy mal en la compra ;)