lunes, 6 de octubre de 2014

Observación participante como método "turístico"




Este post es bastante diferente al resto porque en vez de partir de ejemplos externos, parte de una experiencia propia. Aún así, creo que es interesante compartir por si alguien se anima a practicarlo, ya que puede ser una manera de observar muy interesante e incluso divertida.

Cuando se viaja por trabajo uno tiene la oportunidad de vivir la ciudad de un modo más "real" (siempre que se disponga de tiempo, claro). Incluso hablando con alguna amiga que viaja mucho me comentaba que a veces disfruta más de las ciudades cuando va de trabajo que cuando viaja por vacaciones.

La diferencia a veces está en la propia obligación que uno se marca:

  • El turista debe visitar "x" sitios, es casi una obligación moral. Hay unas ciertas exigencias que si no se cumplen después pueden recriminarse por el resto de gente que haya visitado dicho lugar (ej. "¿Y no has visitado tal lugar? Eso no te lo has podido perder").
  • Sin embargo, cuando viajas por trabajo esa obligación se disipa, ya que tus prioridades son otras y el resto... dependerá de lo que te ofrezca la ocasión, de la gente que conozcas, etc.


Dicho esto, y sin dar más vueltas, el pasado jueves estaba en Londres y tenía toda la mañana libre, sin un destino fijo donde ir. Ya he visitado varias veces la ciudad y aunque siempre hay algo que ver y descubrir, no me había fijado ninguna meta (ni presión). Así que salí del hotel y empecé a caminar.... y caminar... Como diría Machado: "haciendo camino al andar".

Sin ser consciente ni darme cuenta estaba siguiendo los pasos de tres hombres trajeados. Supongo que como no sabía hacia dónde tirar - y me daba una pereza tremenda coger el mapa (que además me hace sentir un poco torpe y "turista"), pues me dejé arrastrar. Les seguí durante al menos 300 metros y entonces me di cuenta de que si cruzaban, yo también lo hacía, si seguían recto yo seguía... y me sentía acompañada o guiada por la ciudad.




Y fue en ese instante cuando se me ocurrió que podía ser un buen método para descubrir la ciudad desde el sujeto (sus habitantes) y no desde el objeto (sus monumentos, museos, etc.).

Los 3 businessmen llegaron a su oficina y una vez los dejé allí tuve que buscar unos nuevos sustitutos, otros "informantes clave" (como decimos en antropología).




En este caso elegí a una pareja de unos 70 y pico años de edad. Les seguí durante unos 15 minutos hasta que me llevaron a Liverpool Station. Encontrarse de repente una estación como ésta... me fascinó. Sobre todo porque ni lo esperaba ni tenía en mi mente ninguna ida configurada sobre lo que iba a ver. Seguro que si hubiera ido con una idea preconcebida el impacto hubiera sido menor.



Estuve dando un paseo por Liverpool Station hasta que me cansé y empecé a buscar a mi tercera guía. Pensé: he seguido a hombres de negocio, a una pareja mayor.... ahora toca una chica joven. Así que me quedé un rato en la puerta de la estación hasta que encontré una chica que me parecía adecuada para seguir. Y gracias a ella descubrí una tienda que difícilmente hubiera encontrado por casualidad: Paperchase: un paraíso para los que nos gusta el mundo de la papelería y el scrap. No digo más.



Realmente la experiencia fue excitante por varios motivos:

  • Seguir a los protagonistas reales de la ciudad. Los que viven allí, los que conocen su hábitat, los que te pueden mostrar la "normalidad" del día a día... Los "informantes clave" elegidos al azar.
  • La sorpresa de lo inesperado: el encontrar algo cuando no buscas nada, ni esperas nada. Algo mágico para mi.
  • La libertad de dejarse llevar. Caminar, pasear... dejarse llevar y disfrutar de lo que te ofrece la espontaneidad.
Entiendo que no todas las ocasiones permiten una interacción así con las ciudades. La primera visita de cualquier lugar "exige" ciertas visitas pero en la medida de que nos podamos sentir libres... ¿por qué no dejarnos llevar por sus habitantes? Sin pretensiones, sin metas... con la mente abierta. Valorando lo normal y en muchas ocasiones "descubriendo" lugares magníficos que escapan fuera de nuestras rutas habituales o preestablecidas.






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