viernes, 12 de septiembre de 2014

Storytelling: el poder de las historias reales

Fuente: Facebook Uruapan Michoacan


Esta mañana, como otras tantas, me he puesto a leer las novedades de Facebook y me ha llamado la atención la historia que compartía una colega mejicana sobre el "poder curativo de las trenzas":

"Decía mi abuela que cuando una mujer se sintiera triste lo mejor que podía hacer era trenzarse el cabello, de esta manera el dolor quedaría atrapado entre los cabellos y no podría llegar hasta el resto del cuerpo; había que tener cuidado de que la tristeza no se metiera en los ojos pues los haría llover, tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros labios pues los obligaría a decir cosas que no eran ciertas. Que no se meta entre tus manos- me decía- porque puedes tostar de más el café o dejar cruda la masa.Y es que a la tristeza le gusta el sabor amargo. Cuando te sientas triste niña, trénzate el cabello; atrapa el dolor en la madeja y déjalo escapar cuando el viento del norte pegue con fuerza." (Fuente: Uruapan Michoacan)

Más tarde en la misma mañana, hablando con una amiga he recordado aquella otra anécdota de Lorca que ponía tan de manifiesto la capacidad del poeta de rescatar la belleza de las cosas sencillas, de observar en lo cotidiano, lo mundano, lo ordinario... y otorgarles ese "halo" especial y con encanto que pueden tener. ¡Qué magnifico ejercicio!, ¿verdad?

La anécdota en cuestión era que en una estancia veraniega de Lorca con su amigo Dalí en Cadaqués, ambos fueron invitados a casa de una vecina que, amablemente, sacó una caja de lata de galletas. Al abrirla salieron volando - según el poeta - "mariposas" y según la vecina "polillas". La mujer avergonzada y Lorca entusiasmado por la belleza de la sorpresa, por la libertad que expresaban esos pequeños animalillos.

Recuerdo en este sentido algunos anuncios que recogen  la "magia" de actos sencillos o simplemente humanos, como el famoso spot de Aquarius con Justo Gallego. ¡Qué enternecedor! No me hace falta volverlo a ver para sentir en mi piel la energía que me transmitía... esa emoción que se siente cuando ves a alguien firme, luchando por su pasión incondicional e incondicionada.

https://www.youtube.com/watch?v=wk9jGBjiBZI


De la misma empresa, la marca estrella  - Coca Cola - también utilizaba este recurso para transmitir la belleza de la vida por si misma. Recordemos la campaña de "Estás aquí para ser feliz" con Josep Mascaró de 102 años que con esa voz maravillosa que nos otorga el caminar decía:  "no te entretengas en tonterías, que las hay.... lo único que no te va a gustar de la vida es que te va a parecer demasiado corta".

https://www.youtube.com/watch?v=tzc3FFJDKU8


Son historias sencillas, humanas pero altamente bellas, con las que fácilmente podemos conectar. Historias que nos ayudan a "parar" y pensar aunque sólo sea por un momento que merece la pena mirar en más direcciones que no sólo sea el "mirar hacia el frente" y seguir por inercia. Historias que nos permiten sacar nuestra sensibilidad y emocionarnos, ¿por qué no?  Historias con alma...

El marketing, en este sentido, puede cumplir el mismo rol que el poeta al dejar aflorar el alma de las marcas por encima de los límites del "cuerpo" (o producto). Más allá de la lógica intención de venta, está la capacidad de "hacernos sentir" la esencia de la marca para podernos expresar a través de ella con símbolos, sensaciones o gestos.

Y precisamente es cuando la marca se toma esta libertad de separarse de su cuerpo cuando mejor podemos conectar con ésta, porque sólo en ese momento también somos libres, no necesitamos comprar nada, sólo sentir.

Quien conozca la obra de Lorca de "El Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín" sabrá que éste ya tuvo que sacrificar su vida para que Belisa pudiera disfrutar de su alma, ya que ésta no podía disfrutar de su cuerpo... A veces... sólo a veces... es un sacrificio necesario para conseguir algo positivo.



Por tanto, busquemos historias bellas, historias sencillas... humanas.... Bueno no, no. No las busquemos. Abramos bien los ojos para verlas, porque están delante de nosotros cada día.


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