miércoles, 30 de abril de 2014

"Yes, I can"



Corren tiempos de necesidad de creer en la capacidad de uno mismo para transformar lo que no nos gusta o para conseguir nuestros objetivos: el famoso "yes we can" de Obama que se traslada no sólo a nivel de colectivo, sino a nivel personal.

Esta idea o actitud abarca múltiples esferas. Una de las clásicas ha sido la referente a los denominados libros de autoayuda que cada vez se hacen con un hueco más amplio y definido en las secciones de las librerías. Son numerosas las publicaciones en este sentido. Por poner uno de los ejemplos más conocidos podríamos hablar del libro "The Secret" cuyo principal postulado se resumiría en la capacidad de influencia del pensamiento positivo  en las metas personales.


Pero la  idea de fondo va más allá del pensamiento positivo: se trata de apostar por una mentalidad  en la que el sujeto es el dueño indiscutible de su destino. Dejamos de ser pasivos, de aceptar lo que "nos viene" en la vida para  asumir el mando, y en consecuencia la responsabilidad sobre lo que nos ocurre (para bien y para mal, aunque nos enfoquemos menos en lo segundo).

A priori, este tipo de pensamiento no se había visto de manera tan intensa o propagada en nuestra cultura. Quizá en parte por nuestra base católica que - como filosofía o pensamiento de fondo - nos configura como seres que aceptamos nuestro destino marcado por fuerzas ajenas a nuestra voluntad (no me refiero a que seamos católicos practicantes, sino a esos principios católicos configuran nuestra mentalidad o cultura sin que seamos conscientes de ello).

No obstante, no sólo por la "rebelión" actual contra la religión católica, sino también quizá por estar ante una creciente sensación de desamparo  por el resquebrajamiento de la llamada sociedad del bienestar, el individuo puede sentirse en consecuencia más preparado para aceptar esa responsabilidad y ese "poder" de ser "dueño" de su destino a través de sus actos. Más preparado para actuar y reaccionar porque hoy en día, en muchos casos, "hacer algo" se convierte en algo vital y de supervivencia.

Las recientes "victorias del pueblo" como en casos de la lucha por el tema de preferentes, el caso del Gamonal o la Marea Blanca contra la privatización de la sanidad en Madrid suponen, por otro lado,  una inyección de autoconvencimiento de este "yes we can". Con ellas se legitima y refuerza esa idea de lucha, de capacidad de aceptar una responsabilidad en el destino y poder modificar un resultado en vez de aceptar a pies juntillas un hecho cualquiera.

Así pues, estamos en un punto donde no sólo empezamos a sentirnos que "podemos", sino dónde además vemos resultados positivos que nos demuestran que "sí podemos".

Pero esta pequeña reflexión estaría huérfana si no habláramos de uno de los grandes facilitadores de este pensamiento: las redes sociales.
Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest, Linkedin o incluso muchos blogs personales cuentan con capacidad de convertirse en  motores difusores de esta mentalidad. No sólo ayudan a crear grupos, compartir ideas y nutrirlas, debatirlas para entender cuál es el mejor enfoque, etc. Sino que sobre todo facilitan la visibilidad de mensajes como los siguientes (recogidos de Facebook):





Fuente: http://imagenesparacompartirfb.com/


Fuente: http://imagenesparacompartirfb.com/




Y es la visibilidad de mensajes como estos, mensajes que aparecen como un goteo constante en nuestras redes sociales, repetidos a modo de mantra, mensajes visibles (ilustrados, simpáticos, que "nos tocan"), mensajes casi tangibles y fáciles de aplicarnos, los que van esculpiendo poco a poco esa nueva mentalidad en la que hay que creer para que sea efectiva. 


En mayor o menor medida, esta actitud puede tener implicaciones a diferentes esferas, siendo una de ellas el mundo del marketing. 
Nos encontramos ante un consumidor cada vez más consciente de su individualidad y de su capacidad de participar o modificar las cosas.
Ya no sólo se trata de la  customización - que sigue siendo una tendencia vigente y en crecimiento - sino de la capacidad que va adquiriendo el consumidor para glorificar, identificarse, criticar o incluso presionar a una marca. En las relaciones siempre hay penas y glorias.

Utilizar el poder de creer en uno mismo como insight es algo que se utiliza en varias campañas. Un ejemplo reciente es el de "Parches" de  Dove,  donde refuerzan la idea de que la belleza es un estado de autoconfianza, más que un valor objetivo.




Pero por otro lado,  las redes sociales, así como grupos como www.change.org, permiten dar voz a consumidores cada vez más conscientes de su poder y que quieren denunciar algo o luchar contra alguna causa concreta.

Solicitud a través de change.org


Cada vez es más fácil crear grupos de presión  ante los cuales las marcas no pueden ser indiferentes, especialmente cuando existe un componente moral de trasfondo (como en el caso de las fábricas textiles de Bangladesh o el de "La Noria" de Telecinco).